Si la muerte nos espera…
Cantaré verdades disfrazadas de sublime alegría,
intentando dibujar una vida cómoda ajustada a mis deseos.
Recolectaré todas las tristezas esparcidas en el camino;
esas que por ir de prisa se parieron en sucesos medio echados al morral,
y en dolores hirientes y cortantes que figuraron el orgullo.
Las fotografías visuales de tus sonidos al placer,
se escribirán en biografías pintadas con cinceles carne,
donde el martilleo agonizante… el primer martilleo se salió de ritmo,
y pegándome en el autoestima no sentí el supuesto gozo, sino la repulsión animal.
Bailaré en tinieblas una pieza para mayores de tres años,
me encontraré con la oscuridad camaleón,
de la que habla el fácil, el sensible, el que fue y es un velvetfusca…
el asesino de las puertas.
Si la muerte nos espera…
Todos los contactos labiales pasarán a segundo plano;
tú barniz con fragancia sucia, mal oliente y ácida
limpiará mis colmillos manchados.
Vaciaré toda semilla por los campos fértiles, insípidos
plastosos, llenos de humus y con exceso de rocas.
Si la muerte nos espera…
Que el mar cambie de curso, que se monte de los edificios,
que se infiltre en los desiertos, que ahogue por siempre
a todos los cuervos de mi bosque, y que los conejos utilicen sus patas.
Usaré nuevamente mis zapatos viejos… mis Perestroika.
Los barquillos en mi pantalón, las pistolas de vaquero;
la máscara de luchador, las charras de única ocasión.
El balón anti-naturaleza y profugo de Green Peace.
Si la muerte nos espera…
Que nos aguarde con un café, con un refresco sin calorías, o con una chela;
Aunque le sabrá a petróleo igualmente remojará los huesos secos,
porosos y desgastados por la eternidad del trabajo.