septiembre 17, 2007

Diario de una pasión... (2)


Más tarde…

Este día comienza a finalizarse, qué ironía verdad. Hace 49 horas la historia era distinta. Juntos en la noche, platicando de cosas aparentemente absurdas, los dos tratando de frenar el mundo y convertir el tiempo en nuestro mejor aliado. ¿Logramos nuestro objetivo? ¿Pudimos congelar experiencias y momentos que aguarden pacientemente por 8760 horas? Convencidamente puedo decir que sí.
No hemos hecho algo nuevo y único que merezca ser patentado, ni tenemos un secreto guardado en un búnker. Simplemente buscamos y encontramos la manera exacta y propia de alimentar los embates de la soledad. Estamos armados para los momentos de angustia y confusión, tenemos en qué pensar para que automáticamente se forme una burbuja imaginaria que nos llevará al 30 de Agosto. Y si pretendemos más, nuestra Time Machina (Máquina del tiempo) nos pondrá en donde nuestro sentir nos exija. No es vacilo, es real.

También se creó el famoso pArA lA tRiStEzA: un producto material para ponerle sonido a nuestras emociones, para que el viaje a través del tiempo no se vuelva monótono y así el paseo sea más placentero y gratificante. El resultado es una compilación digital que almacena una variedad de formas expresivas sobre la otra persona, en este caso es para ella, para que no me olvide, para que no me llore, para que se motive. Este material es mi creación, y tampoco es algo innovador, pero me enorgullezco de él por la debida calma con que se hizo, con el cuidado exacto y la honestidad que empieza a caracterizarme. Ese fue mi regalo, al igual que un par de credenciales que encierran parte de mi historia personal rescatable, pues carezco de evidencias de cómo fui de pequeño, y siempre he resguardado con celo tales objetos. Dos fotografías aleatorias de mi vida, en momentos distintos y que muestran más que los derechos a los que me era acreedor por el documento.

Aunque se llevó más formas de poder detener la realidad, lo último que le pude dar ese día del que nunca se nos olvidará (el día de nuestra separación sólo física), fue una carta apresurada que contiene líneas nítidas como el agua que baja de los montes nevados, ¡que estoy diciendo!; las palabras y oraciones escritas en esa carta fueron redactadas con una claridad superior que el mejor televisor que se haya inventado hasta hoy.
Cuando vino a despedirse de mí a mi casa, me encontraba en proceso de transformar mis emociones y sentires en algo capaz de entenderse, al igual que estoy haciendo en estas líneas para describir lo mejor posible mi estado anímico. Y es que ese es uno de los objetivos de esto que tienes en tus manos, que tus ojos ven y tu cerebro asimila.

Hicimos un trato los dos: la carta se leería solamente arriba del avión, después de que éste se encontrara en el aire. Espero y aseguro que servirá de algo. Si va a la guerra no quiero que llegue sin nada con qué sobrevivir. Por su parte ella también me dejó motivos por los cuales recordarla y acortar las horas que ya han empezado a contarse.

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