septiembre 10, 2007

Diario de una pasión


01/Septiembre/2007


Ayer fue a última vez que la besé. Será hasta el año próximo en que nuestros labios vuelvan a bailar juntos alguna pieza de amor. Esto si Dios lo permite y las tempestades no separen las nubes de cariño que se encuentran adyacentes en este momento.

Ayer a las 6:12 p.m., un 31 de agosto ocurrió lo aquí relatado. El lugar, el zaguán de mi casa. Vino a despedirse de mí, pues en unas horas más tarde saldría disparada en un avión con rumbo a L.A. Tan frágil, tan intensa, tan linda y pasiva ante el tremendo suceso que aún no lográbamos aceptar los dos.

Pudimos habernos mostrados más cariñosos, pero no era la ocasión, era tiempo de vernos a los ojos y dejar que nuestro cerebro tejiera imágenes y sensaciones sobre lo que había sido nuestra historia. Era tiempo de hacer un resumen de los momentos más gratos y felices que vivimos en el poco tiempo que tuvimos para convivir, aunque debo decir de manera sincera el que cada segundo que estuve a su lado fue un escape del mundo real. Al escribir estas líneas no puedo evitar el recordar su sonrisa y su mirada, su sabor bucal a hierbabuena, y el olor a flores de su cabello.

Mientras escucho música folk de Nick Drake trato de describir todo sobre ella. Es 01 de septiembre del año 2007, el reloj dice que son las 2:20 p.m., y el día parece estar molesto por la separación de un verdadero amor, de una historia honesta, pues el viento golpea fuertemente las ventanas de la casa, emulando en el choque lamentos y alaridos que yo prefiero omitir y no externar para no sentirme más vulnerable; además, sé que mis lágrimas no ayudarán en nada, al contrario, secarán el agua de amor que ella depositó en mi corazón y en mis ojos cada vez que me miraba.

Realmente no sé a quién agradecerle el hecho de que la conociera. Tal vez sea a Dios porque nos cruzó en el camino, tal vez a varios de sus familiares (su tío, su hermanito de meses, su mamá), quizás a mi maestro de biología por el trabajo que motivó investigar, quizás yo mismo, por haber escogido el tema que sin saber de ella, elegí sin esperar que obtendría algo más que el 9 que saqué en la asignatura, me gané un 10 desde el momento que fui a concordar la entrevista con su mamá, y su cuerpo se asomó por la puerta que minutos después cruzaría para estar en la sala de su casa.

De igual manera a ella le agradecí el mostrarme su interés para iniciar nuestra amistad. Con esto le quiero reconocer como una mujer especial, de esas que según las estadísticas nos dicen que hay una entre mil, y que con regularidad no nos percatamos de su existencia. Por eso me siento afortunado, por eso me siento feliz, alegre y contento, y mi cartera no está repleta de dinero, ni tengo un auto nuevo, ni voy de viaje, no. Mi felicidad está en el alma, pues lo que sí tengo en abundancia es un sentimiento sincero de ella hacia mí y de manera inversa también.

Muchas cosas hicimos que nos divirtieron. Nunca fuimos egoístas ni precipitados. Simplemente fuimos ella y yo. Nadie quiso agradar al otro con personalidades imaginarias ni falsos estereotipos, y esto me hizo sentir comodidad para explayarme como el verdadero hombre que soy. Me enseñó tanto que no conocía de la vida misma y del amor; de las relaciones humanas y del carácter humano, que sólo me queda rendirle mi respeto por ser tan fuerte, valiente y madura....

No hay comentarios.: